Cataluña es una comunidad autónoma del noreste de España, con lengua e identidad propias y diferenciadas.
Uno de los aspectos más destacados de la cultura catalana es su lengua, el catalán. Lo habla la mayoría de la población de Cataluña y tiene carácter oficial en la región.
La literatura catalana tiene una larga y estimada historia, con autores célebres como Joan Maragall, Salvador Espriu y Josep Pla.
Cataluña también es conocida por su vibrante escena artística, con artistas de renombre como Joan Miró y Antoni Tàpies procedentes de la región. Barcelona, la capital catalana, alberga varios museos de categoría mundial, como el Museu Picasso y el Museu Nacional d’Art de Catalunya, que muestran el rico patrimonio artístico de Cataluña.
La cocina catalana es otro aspecto importante de la cultura de la región. Los platos tradicionales catalanes suelen llevar ingredientes mediterráneos, como pescado, verduras y aceite de oliva.
Cataluña tiene una larga historia, y su cultura refleja influencias de diversas épocas y civilizaciones.
La región ha estado habitada desde la antigüedad, y esto queda patente en sus yacimientos arqueológicos, como las ruinas romanas de Tarragona.
La cultura catalana también tiene una fuerte tradición artística y literaria. Muchos artistas famosos, como Antoni Gaudí y Joan Miró, nacieron en Cataluña y dejaron su impronta en la ciudad.
Los barceloneses
La vida en Barcelona se caracteriza por una dinámica actividad comercial y una vibrante escena social, aderezadas con una pizca de cosmopolitismo gracias a los muchos forasteros que vienen aquí a trabajar y divertirse.
Comercio de mercado
Al igual que Inglaterra, Cataluña ha sido calificada como una nación de comerciantes, y de hecho, Barcelona cuenta con un asombroso número de tiendas.
Esto no es tan sorprendente si se tiene en cuenta su origen mercantil, que se remonta a los fenicios.
Esta ciudad burguesa se construyó gracias a la empresa familiar, y ahora se ha convertido en uno de los lugares para ir de compras.
El eslogan que lucían las bolsas de la famosa tienda de diseño Vingon lo resume todo: «Compro, luego existo».
Barcelona desprende un aire de prosperidad, y ya no es una ciudad especialmente barata.
El nivel de vida es alto, pero hay que pagarlo, y la ética del trabajo se nota especialmente si se viene de otros lugares de España. Se nota en el cierre relativamente temprano (para los estándares españoles) de bares y restaurantes.
La eficacia, la puntualidad y la fiabilidad son esenciales. Barcelona trabaja mucho.
Prudencia frente a impulso
Los catalanes llaman a estas facetas aparentemente contradictorias de su carácter el seny y la rauxa.
El primero es una combinación de prudencia, sentido común profundo y juicio sensato; el segundo, un arrebato, impulso o arrebato emocional: una especie de ataque de desenfreno.
Las dos caras del carácter catalán se aprecian en su forma de conducir. A diferencia de otras ciudades flamantes, el tráfico en Barcelona es ordenado.
Los conductores se detienen en rojo y avanzan en verde. Pero si vacila una fracción de segundo o, peor aún, se queda parado, le ensordecerán los bocinazos.
Cuando el tráfico está realmente atascado, la rauxa se apodera de uno. La paciencia ya no es una virtud: hay que ponerse en marcha, estar atento, tener el ingenio a flor de piel.
Los barceloneses trabajan hasta la extenuación, pero siguen siendo mediterráneos: creativos, divertidos, ruidosos y gregarios.
Como demostraron al mundo los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, los barceloneses son gente de espíritu mediterráneo.
Choque de culturas
Los barceloneses trabajan duro toda la semana y los viernes por la tarde sufren atascos para poder disfrutar del fin de semana junto al mar o en la montaña.
Tienen poco tiempo para los deseos: los suyos son los colores primarios, fuertes y brillantes de Miró.
Son viajeros aventureros que visitan los rincones más remotos del mundo. Valoran la iniciativa y el espíritu pionero.
Barcelona participa intensamente a escala internacional en la ciencia, la educación, la ecología y otros campos.
Pero se muestran reservados y serios al lado de los muchos ciudadanos originarios de otras partes de España, los emigrantes que inundaron la ciudad en los años 50 y 60 en busca de trabajo.
La coexistencia ha sido a veces un asunto espinoso, con diferencias étnicas, de clase y culturales entrelazadas: las clases medias catalanas a menudo ven con malos ojos a la efervescente clase trabajadora no catalana, y viceversa.
Vida callejera
Como buenos mediterráneos, los barceloneses son gente de la calle.
Basta con colocar unas cuantas mesas en una acera para que los barceloneses se pasan horas sentados con sus bebidas y aceitunas, aparentemente ajenos a los humos y al ruido del tráfico.
Cuando llueve, la multitud se sube a los coches y taxis, provocando el «colapso» del tráfico en una cacofonía de bocinazos.
Uno de los mayores elogios que puede recibir un barcelonés es el de espavilat o espavilada, que puede traducirse como despierto o alerta.
Esta actividad proactiva no sólo abarca el trabajo, sino también un sinfín de actividades: cultura, compras, vida social, voluntariado, transporte de niños, deportes… lo que se le ocurra.
Fútbol
El Fútbol Club Barcelona -Barça- fue fundado en 1899 por Hans Gamper, un suizo afincado en Barcelona.
Uno de sus eslóganes es que es «més que un club» más que un club, pero una de sus particularidades es que realmente es un club: sus más de 105.000 aficionados abonados son socios que votan a la directiva, no «abonados».
Esta enorme afición procede de toda Cataluña, no sólo de la ciudad.
El Barça es un símbolo de Catalonia, incluso cuando sus estrellas son de Brasil, Argentina o Camerún.
El club adquirió su curioso papel político como paladín de la libertad catalana en tiempos en que la identidad catalana estaba bloqueada en todas partes, bajo Primo do Rivera en los años veinte y, mucho más intensamente, bajo Franco.
Las multitudes de los estadios son difíciles de censurar, y la bandera azul y granate (blaugrana) del Barça se convirtió en un sustituto de los colores catalanes.
Las emociones catalanas llegaron a su punto álgido en los encuentros con el Real Madrid, símbolo del régimen y de la España de derechas.
Tras el retorno de la democracia, este tipo de política futbolística pareció desvanecerse durante un tiempo, e incluso parecía posible que el fútbol fuera sólo un juego, pero ha resurgido con fuerza y ha adoptado nuevas formas.
Además, el Barcelona tiene uno de los mejores equipos del mundo.
Sardanas
Las sardanas son un baile tradicional catalán en círculo originario de la región de Cataluña, en el noreste de España.
Es un baile alegre y animado que se suele bailar al aire libre, en plazas o parques, cogidos de la mano y formando un gran círculo.
Los orígenes de las sardanas se remontan a finales del siglo XIX, cuando se inspiró en antiguas formas de danza.
Desde entonces, este baile se ha convertido en parte integrante de la cultura catalana y se interpreta a menudo en festivales, celebraciones y fiestas nacionales.
La música que acompaña a las sardanas suele ser interpretada por una cobla, que es un conjunto musical tradicional catalán.
La cobla está formada por varios instrumentos tradicionales, como el flabiol (un instrumento parecido a la flauta dulce), el tible (un instrumento de doble lengüeta), la tenora (un instrumento de doble lengüeta parecido al oboe) y el fiscorn (un instrumento de metal parecido a la tuba).
Torres humanas «castells
Las torres humanas, conocidas como «castells», tienen una larga tradición en Cataluña (España).
Estas impresionantes estructuras son creadas por equipos de participantes que se equilibran intrincadamente unos sobre otros para formar elevadas formaciones.
La construcción de los castells suele implicar a varios niveles de personas que forman una base sólida, conocida como «pinya«, sobre la que se construye la torre.
Esta base proporciona unos cimientos sólidos para que la torre alcance alturas impresionantes. A continuación, los participantes escalan unos sobre otros, y cada nivel se hace progresivamente más pequeño y frágil.
Hábiles escaladores, conocidos como «castellers», ascienden por la torre y se colocan en los niveles superiores, formando intrincados y bellos dibujos.
El participante más alto, conocido como «enxaneta», es un niño pequeño que se sitúa en lo alto de la torre, simbolizando la culminación del esfuerzo colectivo.
La construcción de torres humanas requiere coordinación, fuerza física, equilibrio y confianza entre los participantes.
San Jorge
La historia de San Jorge y el Dragón es un relato legendario que se ha transmitido de generación en generación.
Es una historia popular en muchas culturas diferentes y a menudo se asocia con la fe cristiana.
Según la leyenda, San Jorge fue un soldado romano que vivió en el siglo III.
Se dice que fue un hombre valiente y corajudo, conocido por su firme fe en el cristianismo.
La historia cuenta que Jorge llegó a una ciudad que estaba siendo aterrorizada por un feroz dragón. Este dragón tenía la capacidad de respirar fuego y estaba causando una gran destrucción.
Para apaciguar, los habitantes de la ciudad le sacrificaban una oveja al día.
Sin embargo, cuando las ovejas se acabaron, empezaron a sacrificar niños en su lugar.
San Jorge recibió la noticia y se sintió profundamente preocupado por el sufrimiento de la gente. Decidió enfrentarse al dragón y salvar al pueblo de su terror.
Resulta que en la sangre del dragón empezaron a crecer rosas rojas, lo cual 23 de abril cada año regalan rosas rojas y por otro lado libros, por el aniversario de Cervantes y Shakespeare.
Así que la Casa Batlló, es otro edificio de Gaudí que se inspira en la historia de Sant Gorge, según la leyenda sant gorge salvar a un príncipe de un dragón que quiere comérsela, mató al dragón entonces cuando murió rosas rojas crecen de su sangre.
La cultura de Cataluña es rica y diversa, con influencias de diversos movimientos históricos y artísticos.
